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Fernando Corona
Poeta, narrador, ensayista, crítico literario, docente, conferencista.
Academia
Maestro en Letras Latinoamericanas y Doctorante en Letras Mexicanas por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Tallerista
Ha impartido talleres de apreciación y creación literaria en el Instituto Tecnológico Autónomo de México, la Capilla Alfonsina, el Museo Nacional de Arte y Casa Azuela.
Laboral
Se ha desarrollado profesionalmente en el ámbito bibliotecario y archivístico en la Biblioteca Nacional de México, el Colegio de México, el Museo Nacional de Arte y el Banco Nacional de México.
Obras
Ha publicado doce libros de poesía, dos de cuento, tres de ensayo y dos de edición crítica, además de numerosos artículos en diversos medios nacionales y extranjeros.
Antología poética / Alicia Reyes
Arqueopoéticas: tres cantos primitivos sudamericanos
Canto sobre la muerte del Menor Sabines
“El cuento participa de lo fantástico y de lo mágico, sugiere que el autor bebe en fuentes muy antiguas y que su apariencia juvenil es engañosa pues tras su rostro brillan y se mueven ascuas de sabiduría milenaria. Dicho de otro modo, Fernando Corona es un “alma vieja”, suficientemente antigua como para poder hacerse cargo de transmitir esta narración como si sólo fuera un cuento.”
“En Fernando existe el don de revelar, gracias a la palabra, aquello que está inmerso en el fondo del alma. Si he citado a Rimbaud es porque, como él, nuestro Fernando Corona también alcanza “las iluminaciones” no sólo en este texto, sino a lo largo de todos y cada uno de sus cuentos”.
“Con su andar infatigable por los atrios y veredas de liturgias cotidianas y con el mágico alfabeto de sus vívidas palabras, Fernando Corona, poeta antes que todo y, después de todo, poeta, pulsa la vorágine y los estremecimientos del amor, de aquello que siendo patrimonio de la sensibilidad humana sólo puede ser cantada por quienes poseen la capacidad de síntesis y la expresividad de la poesía.”
“Decir que Fernando es un herrero armonioso, un elocuente bardo que sabe ser, entre otras cosas, el cronista de los entrecruzamientos del amor, lo efímero y el silencio; un poeta, en fin, que sabe saltar del trino al treno, equivale a decir que es un poeta apolíneo, pero también dionisíaco, apolíneo en la forma, en la montura estilística, pero dionisíaco en la embriaguez que le produce su propia inspiración.”