Amatorio

Amatorio

México, Generación Espontánea, 2006

“Hay una eternidad amorosa, cuya fuerza es también imperecedera, tanto como el tiempo, como el brilloso esplendor de las edades; tanto como su vitalidad generosa, como el concierto y el desconcierto de epopeyas, fracasos y consagraciones. La eternidad del amor es solo comparable a la del lenguaje porque en él nace, crece y desarrolla y casi siempre muere para volver a nacer. Ave fénix el amor; su rescoldo genital y ceniciento el ser humano; su matriz la mujer, sus cadenas prometéicas las del hombre; su esplendor los ojos, los latidos; su perfume la flor y el beso para siempre del recuerdo y el olvido, como el fantasma inmortal que navega en los piélagos de las mutuas complacencias.

Este amor, convulsivo y mágico, como el diálogo silencioso de los mundos, como el respirar incesante, travieso y cantarino, de los unicornios en celo, como el verso sigiloso y la estrofa sazonada, ha venido a despertarnos con su ronda de interludios, cual si fuera nuevo el trance tan común de los desvelos.

Así llega Amatorio con sus plácidas estancias y sus fugas tormentosas, un libro que cualquiera de nosotros podía haber escrito y que sin embargo no lo hicimos, un libro que aunque no tuviera estrofas sería rico en versos y en metáforas y en los puntos suspensivos que devela el corazón; un libro que cualquiera de nosotros puede llevar guardado en el joven o viejo arcón de su experiencia y, sin embargo, no tuvo la posibilidad de versificarlo como lo hace Fernando, diseminándolo en besos, en abrazos, en partidas y regresos, transfigurando las sílabas, las sentencias y el coloquio en el silencio elocuente de dos bocas inspiradas. Sin duda, hay un instante en que el poema resuena en nuestra manos, se incendia o se abanica simplemente en las miradas y vuelve a ser tormenta cuando la sangre anega el río de unas lágrimas resecas.” Jorge Calvimontes y Calvimontes.