México, Trajín, 2019
“El olvido es fugaz, pues se sustituye inmediatamente por los objetos que evidencian ese amor pasado: la clásica rosa que se marchita, el beso que queda sobre una mesa; para dejar en claro que todas esas cosas son, a fin de cuentas, también esclavas del tiempo, que todo acaba. “No habrá una sola que no sea una nube”, dijo el gran Borges; pero la tragedia de Vendrá el olvido consiste en que entre esas cosas esté el inventario de utilería de un amor.
Aunque el poemario cierra de nuevo en la esperanza, ya todas sus cartas están sobre la mesa. El amor que murió sigue aquí, aunque no sea para siempre. Aún puede el poeta hacer con él su trabajo. Todo se dirime en aúnes y el poeta reconoce este hecho sin someterlo a juicio. El poema sobrevive al amor y tal vez a la misma amada, como en los sonetos shakespereanos. He aquí el poema: es a él a quien toca ahora vivir.” Yamil Narchi Sadek.